El término “evangelio” es muy importante ya que resume el mensaje central del cristianismo. Esta palabra tiene su origen en el griego εὐαγγέλιον [euangelion] y se puede traducir como buena noticia o buen mensaje. Las buenas noticas se centran en la persona y obra de Jesús quien como el Mesías o Cristo cumplió las promesas de redención hechas en el Antiguo Testamento y a través de su sacrificio en la cruz hizo expiación por los pecados de la humanidad. Las malas noticas de nuestro pecado se convirtieron en buenas noticas por medio de Jesucristo. ¡Jesús es el evangelio!

De hecho, en la Biblia se relata la vida y enseñanzas de Jesús bajo cuatro perspectivas diferentes (Mateo, Marcos, Lucas y Juan). A estos relatos les llamamos evangelios porque su enfoque principal es Jesucristo. El cristianismo tiene al evangelio como el eje central de su mensaje. Por lo tanto, un seguidor de Cristo es alguien que cree, vive y proclama el evangelio a todos a su alrededor.

A pesar de la centralidad del evangelio para el cristianismo, con frecuencia hay diferencias de opinión sobre lo que involucran las buenas noticas en Jesucristo. Evidentemente Jesús perdona nuestros pecados y nos da la vida eterna como lo menciona Juan 3:16, quizá el versículo bíblico más conocido en el mundo, “porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en el cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Jesús restaura nuestra relación con el Padre que había sido quebrantada y esta dimensión espiritual es fundamental en el evangelio. Lamentablemente, algunos han limitado el mensaje del evangelio de manera que puede ser percibido solamente como “un boleto al cielo.” Es decir, enseñan que las buenas nuevas de Jesús son solamente espirituales sin ninguna influencia en la vida social. Este evangelio carece de implicaciones sociales y, por lo tanto, no trae esperanza a los más necesitados, no solamente espiritualmente sino también físicamente.

Las buenas noticas de las buenas noticas o evangelio son que Jesucristo restaura nuestra relación con Dios, con nuestros semejantes, con la creación y con nosotros mismos. En otras palabras, Cristo transforma toda nuestra existencia y es el Señor soberano de todo el universo. Por lo tanto, el evangelio va más allá de lo espiritual o místico y también tiene implicaciones sociales y es un mensaje de esperanza para los más desamparados.

No tenemos que adivinar cuál es el mensaje de Jesús ya que él mismo lo expresó claramente al inicio de su ministerio. En Lucas 4, Jesús empieza su ministerio en Galilea bajo el poder y guía del Espíritu Santo. Los versículos 16 al 21 relatan el momento en el que Jesús declara abiertamente que él es el Mesías prometido y resume el mensaje del evangelio:

Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;

A predicar el año agradable del Señor.

Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.

Jesús leyó un importante pasaje mesiánico en Isaías 61:1-2 en el que se relata la misión del ungido de Dios. Con la unción del Espíritu Santo, el evangelio de Cristo son buenas noticias para los pobres, los quebrantados de corazón, los cautivos, los ciegos y los oprimidos. Jesús se preocupa por los marginalizados y les trae refrigerio. Sus seguidores debemos imitarlo y hacer lo mismo. Un cristianismo que no tiene implicaciones sociales no es de Cristo y no proclama correctamente el evangelio.

El reino de Dios y su justicia es un reino de justicia social. Los seguidores de Jesús tenemos el llamado de predicar el evangelio a todo el mundo con nuestras palabras, pero también con nuestras acciones. Nuestras vidas y preocupación por el bienestar de los demás hablan tan fuerte como nuestras palabras. Últimamente he escuchado varios llamados a compartir más el evangelio. Me uno a esos llamados, pero nos animo a que realmente proclamemos el evangelio completo como Jesús nos lo indica.

Octavio Esqueda is among the featured columnists at Baptist Press en Español, and this article was also published in .